- Woody Allen consigue una variación muy divertida y con vida propia, a pesar de estar influido por la obra de Bergman y el texto de Shakespeare: Carmina Narro
Cuando Woody Allen descubrió la historia de Sueño de una noche de verano encontró la trama perfecta para desarrollar, a través de un fantástico humor negro, los temas neurálgicos de su obra, aquellas disertaciones sobre las relaciones amorosas tan de su estilo. Así lo señaló la escritora Carmina Narro durante la segunda plática del programa “Charlas sobre cine y literatura: Shakespeare 400 años” que tuvo lugar este lunes 11 de abril en la Sala 4 Arcady Boytler de la Cineteca Nacional.
Acompañada de José Antonio Valdés Peña, Subdirector de Información de la Cineteca, la dramaturga oriunda de Sinaloa expuso su análisis de la cinta de Allen Comedia sexual de una noche de verano (A Midsummer Night's SexComedy, EUA, 1982) como parte de este ciclo de charlas organizadas por la Secretaría de Cultura, la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, la Cineteca Nacional y el British Council México.
Narro comenzó por traer a cuenta la gran relevancia de Sueño de una noche de verano, comedia de William Shakespeare escrita alrededor de 1595. A decir de la escritora, se trata de una obra que aún en la actualidad resultad alucinante: “Es la primera vez que Shakespeare se aloca tanto. Mezcla personajes de la literatura clásica, de la antigua Grecia, obreros de la Inglaterra victoriana, hadas, elfos e imaginería del medioevo”.
“Sorprende cómo, en ese mundo de magia, el autor hace que coexistan personajes tan disímiles en cuatro tramas sumamente fantásticas. Con todo se volvió una de las comedias más populares de su tiempo, muy interpretada. Sus personajes secundarios tuvieron tanto éxito entre la gente que luego Shakespeare hizo otras obras de ellos”, agregó.
Adaptada de esta obra, el filme de Woody Allen Comedia sexual de una noche de verano, cuenta la historia de un excéntrico inventor que invita a un grupo de amigos a su casa de campo justo en los albores del siglo XX. Lo que comienza como un paseo inocente se convierte en una prueba de fuego para todos al detonarse el deseo entre ellos.
José Antonio Valdés destacó la originalidad de esta variación tan divertida de la obra de Shakespeare que significó nuevas oportunidades para Woody Allen pues ésta fue la primera película que realizó en la década de los ochenta, su primera colaboración con Mia Farrow y con los Estudios Orion Pictures, además de su primer carta abierta de admiración hacia el estilo de trabajo del realizador sueco Ingmar Bergman.
“Hay algo que se aprecia muy bien en los diálogos de la película: Woody Allen escribe en verso, cosa que nunca hace después y nunca había hecho antes. Este cambio de estilo refleja la influencia de Shakespeare y Bergman” señaló.
Por su parte, Narro plantea que Woody Allen abrevó más de la cinta de Bergman Sonrisa de una noche de verano (Sommarnattens Leende, Suiza, 1955) que del propio texto de Shakespeare. Y que gracias a ello pudo desarrollar, a través de su característico humor negro, varios puntos neurálgicos de su obra, aquellas disertaciones entorno a las relaciones amorosas: sexo con amor o sin amor, la fidelidad, la culpa.
Añadió que la mayor influencia del texto de Shakespeare sobre las películas de Bergman y Allen es el juego con un elemento onírico para reflexionar sobre el amor. Sin embargo, señala, “Woody Allen consigue darle vida propia a su filme, pues ya suya es una reflexión muy existencialista del amor. Lo vemos en el personaje que abre la historia desechando todo aquello metafísico e intangible y la cierra como un espíritu del bosque apagado en pleno éxtasis carnal”.
Para ambos académicos en Comedia sexual de una noche de verano el director utilizó de manera genial dos elementos para representar su idealización de la naturaleza y la exaltación del verano como la época propicia para los amantes y el enamoramiento. Se trata de la música de Felix Mendelssohn, inspirada en la comedia de Shakespeare, y la gran fotografía de tintes oníricos de Gordon Willis.
Este ciclo de charlas invita escritores mexicanos a explorar las adaptaciones al séptimo arte de algunas de las obras de El bardo. La siguiente charla será el lunes 18 de abril con la proyección de Ran (Japón-Francia, 1985, 160 mins.) de Akira Kurosawa. El escritor y dramaturgo Flavio González Mello comentará esta cinta, la última gran película épica de Kurosawa, una versión muy personal de la obra El Rey Lear.
La entrada será gratuita y el cupo limitado. Las cortesías estarán disponibles el mismo día en la taquilla 5 de la Cineteca Nacional.
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