“¡Fuera Peña!”, “¡Nos faltan 43!”, “¡Renuncia!”… “¡Culero!”: ASÍ LE DIERON ‘EL GRITO’ en el zocalo de la ciudad de México
Pese al llamado a la fiesta; pese a que días antes la Presidencia de la República anunció una noche austera en solidaridad con el maltratado poder de compra de los mexicanos; pese a la tradición del acarreo, el Presidente Enrique Peña Nieto no quedó exento de un coctel de gritos que distó de la celebración. De las gargantas reunidas ayer en el Zócalo capitalino salieron muchos: “¡Fuera Peña!” y también otros: “¡Nos faltan 43!” y “¡Renuncia!”
Cuando daba su Grito, un cartel fue levantado por varias personas. Decía: “Peña Asesino”. La transmisión televisiva, a cargo de la Presidencia de la República, no pudo evadir al letrero teñido de azul y rojo. En Twitter fue informado que Julio Marcel fue uno de quienes alzó esas letras. Marcel fue detenido y posteriormente, al parecer, liberado.
Por las calles aledañas al Zócalo, cuando aún no era media noche, quienes volvían del Grito pisaron el mismo letrero de “Peña asesino”. Los pasos revolcaron a esas letras. Pero no era una multitud. Anoche, los convocados a la fiesta de Independencia formaban filas de pocos metros, muy diferentes a las de otros años que lograban abarrotar el Centro Histórico de la capital mexicana.
La promesa fue La Arrolladora Banda El Limón de René Camacho; pero ni esta agrupación de tuba y trompetas logró arrollar. Por el contrario, en las redes sociales, empezaron a llamarle “La Acarreadora”.
Llegó el Tercer Grito. La mitad del sexenio. Y Peña Nieto con la estela de ese 39 por ciento reprobatorio que le dan las encuestas de aceptación, arenga a los héroes patrios en su traje negro con corbata a rayas grises. Un grito muy breve, como ha sido su costumbre. El de ayer no alcanzó el medio minuto. “Mexicanos: ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad! ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Allende! ¡Viva Aldama! ¡Viva Galeana! ¡Viva Matamoros! ¡Viva la Independencia Nacional! ¡Viva México! ¡Viva México!”.
Y algunos le responden. Pero otros, no. Entonces, surge la batalla por sobreponer las voces; unas quieren decir ¡Viva! Otras insisten en el ¡Fuera! El caso es que el ¡Viva México! no es unánime y se va perdiendo, confuso, revuelto, enredado.
Hay un momento preciso en que la esposa del Presidente, Angélica Rivera Hurtado, lo toma de la mano. Parece la señal para que inicie el espectáculo de juegos pirotécnicos mientras suena La Bamba. Acto seguido, aparecen en el balcón, los seis hijos de ambos. La esposa del Presidente seleccionó a Alejandro Carlín para que le diseñara el vestido aperlado con cruz en el pecho en el que está enfundada. Es el mismo autor del vestido rosa que portó para su encuentro con los Reyes de España, Felipe y Letizia, y que fue objeto de memes en las redes sociales por su exceso de tela.
En los Gritos anteriores, el Presidente Peña tuvo que atender las contingencias de los huracanes que destrozaron parte del norte y sur del país. Pero esta noche está pasando a la Historia por ser distinta: ni siquiera hace frío. Y en ningún confín de México hay tormenta.
No obstante, el Presidente y su familia se van. Y todo termina.
Vieja y anquilosada, invención del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la tradición de acarrear a hombres y mujeres para llenar espacios públicos anoche no funcionó. Ayer, el Grito dejó de ser la noche mexicana. Si el Zócalo es un termómetro de la alegría del pueblo, si esta fecha es la más festiva de las que ocurren en México, si se trata de gritar con el alma, ayer los protocolos quedaron derrumbados.
Las decenas de autobuses del Estado de México apostados en Palma, frente al legendario negocio de trastes Anforama y el restaurante El Cardenal, apenas llevaron gente suficiente para pintar la plancha del Zócalo. Los elementos de la Policía Federal decomisan todo lo decomisable: botellas de tequila o paraguas. Así hacen montones de cosas que quedan debajo de las bandas de seguridad, entre sus pies.
En la calle de 16 de Septiembre, la fila apenas es de ocho metros y ya son las nueve de la noche, la hora en que La Arrolladora Banda El Limón de René Camacho está citada. Tras días de polémica y un llamado en las redes sociales para que suspendieran su actuación, la agrupación sinaloense abre con canciones de amor, o de desamor, como desee verse. “Corazón de piedra” es una.
“Quisiera nunca haberte conocido y jamás haber probado de tus besos. Quisiera haber nacido en otro siglo y así evitar el daño que me has hecho”.
Faltan tres horas para que el Primer Mandatario grite “¡Viva México!” Y aquí nadie está bailando. Ni suenan los silbatos ni las cornetas. No parece un concierto de La Arrolladora que suele llenar palenques y estadios. De hecho, han seleccionado un repertorio diferente al de esos corridos que a veces cuentan hazañas de legendarios narcotraficantes u hombres de la Revolución. Parece cosa de otro mundo, este Grito.
Sin precedentes, días antes de la conmemoración del inicio de la guerra con la que México obtuvo su independencia de la corona española, la Presidencia de la República difundió que la noche sería austera. De modo que suspendió la cena con la que antes agasajaba a invitados con generosos platillos nacionales evolucionados a gourmet.
Algunos funcionarios, de manera anónima, explicaron que se deseaba enviar un mensaje de que en tiempos de recesión económica, el ahorro prevalece; sobre todo porque el Jefe del Ejecutivo está por entregar el paquete económico 2016 que incluye reducciones en varios rubros.
Las noches del Grito de Independencia del Presidente Enrique Peña Nieto costaron en los años anteriores, 20 millones de pesos cada una, de acuerdo con peticiones a la Presidencia de la República a través del Instituto Federal de Acceso a la Información y el Portal de Obligaciones y Transparencia (POT).
En 2013, la organización del Grito de Independencia le costó a los mexicanos 17 millones 422 mil 783 pesos con cuatro centavos. La Presidencia de la República reportó esa erogación en el POT como “Servicio integral para la organización del evento: Conmemoración del Grito de Independencia de México” bajo el contrato AD-062-056-13 y fue una licitación directa para la empresa Actidea S.A. de C.V.
El Segundo Grito del Presidente Enrique Peña Nieto quedó a cargo del mismo consorcio y el pago fue 10 por ciento mayor debido a la inflación y a “un valor agregado en la sofisticación”, sin que hasta ahora haya sido revelado a través de ese portal cibernético construido en 2002 al amparo de la Ley de Transparencia para poner luz en las adquisiciones del gobierno federal, entre otras funciones.
El tercer Grito de Peña Nieto quedó a cargo de la misma empresa y costará 30 por ciento menos que el año pasado, según fuentes cercanas al evento.
“No somos acarreados. Somos invitados especiales”, coreaba desde temprano un grupo de hombres y mujeres que descendieron de los camiones apostados en Palma. Acaso es un nuevo término acuñado esta noche. Como sea, no fueron suficientes. Por eso, don Ramón Ventura, de 76 años, que vino desde Iztapalapa, se pregunta: “¿Y a partir de ahora, así va a ser esto, o qué?.
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