miércoles, 1 de abril de 2015

Una mirada alrededor del mundo, usando los anteojos de un periodista científico

Foto: pat-swan@excite.com
Estados Unidos puede ser la tierra de los libres y el hogar de los valientes, pero no es el reducto de los conocedores. Sólo uno de cada cinco (o cuando mucho uno de cada cuatro) ciudadanos puede ser considerado “científicamente enterado y alerta”. La mayor parte de los demás “no tiene la menor idea”. Son incapaces de comprender las ideas más básicas acerca de la ciencia, y su ignorancia socava cualquier posibilidad de que participen con sensatez en el proceso democrático.

El juicio no es mío. Es de Jon D. Miller, director del Centro para la Comunicación Biomédica en la Universidad Northwestern.

La especialida de Miller es la cultura científica de los norteamericanos. “Sus hallazgos -dice The New York Times- no son alentadores”. He aquí algunos ejemplos: “En general, los adultos estadunidenses no entienden lo que son las moléculas (fuera de que son realmente pequeñas). Menos de la tercera parte puede identificar al ADN como una clave de la herencia. Sólo alrededor del 10 por ciento sabe lo que es la radiación. Un norteamericano adulto de cada cinco piensa que el Sol gira alrededor de la Tierra”.

En este marco, no resultan insólitos los resultados de la más reciente encuesta Pew sobre la enseñanza de la teoría de la evolución en las escuelas públicas.

El Foro Pew sobre Religión y Vida Pública y el Centro de Estudios Pew para el Pueblo y la Prensa interrogaron por teléfono a dos mil ciudadanos, y encontraron que 42 por ciento de ellos están de acuerdo con que “los seres vivos han existido en su forma actual desde el principio del tiempo”. En otras palabras, para cuatro de cada 10 norteamericanos lo que aprendieron sobre evolución en la escuela les pasó de noche.

Otro dato: 38 por ciento de los participantes dijeron estar de acuerdo con reemplazar, en la enseñanza pública, la teoría de la evolución por el creacionismo. Y en general, 64 por ciento se dijeron abiertos a la idea de enseñar el creacionismo además de la evolución.

Es evidente que la ignorancia avanza con botas de siete leguas. Pero por supuesto: si una persona ignora lo que es la evolución, si ignora lo que es el creacionismo, le dará igual que se enseñe una cosa u otra. Y como la idea de la igualdad de oportunidades sí está bien metida en las mentes de la mayoría, no es extraño que favorezcan la idea de que es “justo” enseñar creacionismo junto con la evolución.

Hace un par de semanas, el líder republicano en el senado, Bill Frist, se sumó a palabras parecidas del presidenteGeorge W. Bush. Dijo Frist: “Creo que en una sociedad pluralista ese es el modo más justo de proceder en cuanto a educación y a preparar a la gente para el futuro”.

Así, nuestro vecino país avanza atrevido desde un presente en el que las masas de Nueva Orleáns disparan contra su propio Ejército, hacia un futuro de ignorantes que, en respuesta al juicio del doctor Miller, le envían píamente tarjetas en las que dicen que rezarán por él. Siempre es más fácil rezar que aprender.

Claro que en nuestra propia patria tenemos grandes logros de qué ufanarnos. Por ejemplo, un párrafo del Quinto Informe de Gobierno del presidente Vicente Fox presume de que un laboratorio de Guanajuato “está desarrollando el genoma del maíz”, y que en paralelo se trabaja “en el desarrollo del genoma del frijol y del chile”.

Si uno se cree esto, también puede creerse que el presupuesto para Ciencia y Tecnología aumentó en 2005.

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