- La sensación francesa dirigida por Bruno Dumont, presenta las pesquisas del ocurrentecomandante Van der Weyden sobre una serie de asesinatos
En un giro tremendo en su trayectoria como director, Bruno Dumont incursiona en la comedia con un proyecto para televisión convertido en un largometraje. El resultado ha sido una obra fresca e inesperada para quienes ubican a este cineasta como creador de dramas habitados por personajes a menudo en angustia existencial.
Después de presentarse en la 58 Muestra Internacional de Cine, El pequeño Quinquin (P'tit Quinquin, 2014), la reciente entrega del realizador originario de Bailleul, se integra a la cartelera de la Cineteca Nacional este 1 de julio en la sala 10, Luis Buñuel. Dirigida por invitación del canal Arte y cuyo lanzamiento en televisión se dio en septiembre de 2014, se convirtió en toda una sensación europea.
En un pueblo al norte de Francia, extraños asesinatos atraen la atención del comandante Van der Weyden (Bernard Pruvost). Junto al teniente Carpentier (Philippe Jore), empieza a seguir la pista del probable autor material de los crímenes. Sin embargo, ambos también tendrán que lidiar con un curioso grupo de chavales liderado por Quinquin (Alane Delhaye), un chico astuto y rebelde.
Dumont convierte los escenarios de su infancia natal en un inquietante ejercicio audiovisual. Delinea un thriller policial con retoques de comedia negra y macabra, completamente surrealista y difícil de clasificar. Describe una trama que en la medida que avanza, se vuelve más negra alcanzando su clímax en el último episodio.
Sobre su exploración por el formato de televisión, Dumont comentó para el diario Le Monde que vio la posibilidad de experimentar con nuevas cosas: “Esta es la primera vez que trabajo para la televisión. Como Arte me dio carta blanca a esta mini-serie, pensé que era una oportunidad para probar algo. Quería novela y burlesco al mismo tiempo”.
El resultado de esta nueva aventura en la realización ha sido muy bien recibido no sólo por el público sino también por la prensa especializada, que reconoce que el autor de filmes como La humanidad (Humanité, 1999) ofrece un producto con un sello de originalidad: “El surrealismo subyace en todo momento y cuando aflora como en una delirante misa por el entierro de la primera víctima o cosas tan sencillas como poner la mesa de una forma pintoresca, Dumont se consagra como un gran creador con un lenguaje propio y original”, se puede leer en el sitio web eldiariovasco.com.
Los periodistas han hecho notar las referencias fílmicas que Dumont deja ver en su película. Desde una toma abierta de un helicóptero transportando una vaca, haciendo recordar el sacrílego vuelo de la estatua de Jesús sobrevolando Roma en La dulce vida (Federico Fellini, 1960), hasta los interludios musicales que desfilan por las películas de Aki Kaurismaki.
Por su parte, publicaciones como The Hollywood Reporter atienden el contraste existente entre los universos adulto e infantil que se percibe en el filme: “Parece ser que Dumont sugiere que el mundo de los adultos, a pesar de las apariencias, está tan podrido que sólo puede ser sostenido y quizás salvado por dos cosas: el tipo de risa de una tragicomedia y la inocencia infantil que de alguna manera necesita mantenerse durante la edad adulta”.
El pequeño Quinquin se estrenó en 2014 en formato de película dentro de la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes. El mismo año obtuvo Mención Honorífica del Premio de la Crítica en el Festival Internacional de Cine de São Paulo, Brasil. Encabezó también la lista de las 10 mejores películas del 2014 de Cahiers du Cinema. Y tras su recorrido por diferentes festivales de cine como Sitges y San Sebastián, El pequeño Quinquinvuelve a las salas de la Cineteca Nacional.