Gerardo Noriega Altamirano, profesor–investigador de la Universidad Autónoma Chapingo, advirtió que el aumento a los precios de combustibles a partir del 1 de enero de 2017 afectará tanto a campesinos como a agroindustriales pues sumados a los altos costos de los insumos cotizados en dólares, se pondrá en riesgo la producción de alimentos en el medio rural.
El especialista, en entrevista, especificó el volumen de maíz que se requiere para elaborar la maza y después la tortilla que consumimos los mexicanos: “con un kilo de maíz podemos producir mil 600 gramos de maza y, con ella, kilo y medio de tortilla. Este alimento puede ubicarse un 20% más en su precio y alcanzar los 14.40 pesos por kilo.
Señaló que los empresarios agrícolas como los de Sinaloa o los pequeños productores en el Valle del Mezquital, tendrán dificultades para recuperar la inversión realizada y obtener una justa ganancia por producir alimentos para México.
Ante ello, estimó que el precio por tonelada de maíz debe ser 20% más a los 3,500 pesos que actualmente reciben los agricultores, es decir, 4,200 pesos por tonelada.
Esta cifra resulta considerando el incremento en el precio del diésel y el cual impactará en la estructura de los costos de producción de alimentos y que para inicio de enero representará el 14.62% en el costo de producción de maíz.
Para el año 2016 se estimó una superficie cosechada de 6’725,200 hectáreas de maíz, con un rendimiento medio de 3.39 toneladas por hectárea; con un volumen de la producción nacional de 22’803,820 toneladas, mientras que el requerimiento doméstico alcanza las 26.6 millones de toneladas.
El consumo per cápita es de 143.66 kilogramos; y el consumo nacional, incluyendo a la industria de los alimentos balanceados, alta fructuosa, almidón, entre otros, suma alrededor de los 35.0 millones de toneladas.
“Se han cuantificado, en promedio, 290 litros de consumo de diésel por hectárea de maíz cultivada en el sinnúmero de actividades mecanizadas, además de 55.8 litros de gasolina que se ocupan en los fletes y visitas a la parcela; estas cifras pueden incrementarse en la medida que la parcelas se encuentras dispersas y/o retiradas de las bodegas donde se resguarda el equipo, los insumos y la maquinaria”, explicó el investigador de la Universidad Autónoma Chapingo.
En las actividades agrícolas se ocupa maquinaria para realizar prácticas, como: subsoleo; rastreos; nivelación de tierras; siembra; aplicación de agroquímicos; trilla o cosecha; fletes de carga de la parcela a bodegas durante la cosecha, fletes y traslados diversos durante el ciclo agrícola.
En México, detalló, el territorio son 109.3 millones de hectáreas, el 25% es de uso agrícola; se siembran 22.5 millones de hectáreas, reportándose 3’286,465 unidades de producción, de las cuales el 55% ocupan tractores.
Para el caso del maíz se siembran alrededor de 6.0 millones de hectáreas en condiciones de temporal en unos 2,300 municipios de 31 entidades, donde el maíz blanco se cultiva para consumo humano.
Estos campesinos, al igual que los empresarios agrícolas, sufrirán los impactos del incremento en el precio de los combustibles. Este camino nos conduce a incrementar el fracaso en el campo mexicano, alejándonos de la seguridad alimentaria.
Esta medida de incrementos al precio de los combustibles en la agricultura significará una des-estimulación al campo, los impactos en el costo de producción por los insumos como semillas, agroquímicos y combustibles apuntan que el valor de la cosecha no cubrirá el costo de producción.
Es urgente, dijo el académico de la Universidad Autónoma Chapingo, Gerardo Noriega Altamirano, que la política del gobierno federal corrija la estrategia de incremento de precios a los combustibles, debido a que afectará la producción de alimentos, particularmente la de granos básicos, que para el caso de maíz esto se acentúa al tener como referencia el precio del maíz amarillo cotizado en la bolsa de granos, lo cual no es comparable con la calidad del maíz blanco para el consumo humano.