No leas para mañana lo que puedas leer hoy
El hombre empezó a prestar libros de su biblioteca privada. Prestó las obras completas de Borges, los cuentos de Carlos Fuentes, las novelas de Hemingway, las crónicas de Bryce Echenique, la poesía completa de Luis Cernuda. No se dio cuenta, hasta el final, que por cada libro que prestaba perdía una parte de su cuerpo. Así, cuando su biblioteca privada quedó vacía, el traje negro que el hombre llevaba puesto cayó de un plumazo al suelo frío, desconsolado por haber perdido los hombros, la espalda y las piernas que sostenían su pobre humanidad hecha palabras-escribe Guedea en su libro, que de seguro se convertirá en un clásico en su género.
Siempre estamos leyendo o escribiendo
Los anteojos del fabulista, Reflexiones sobre el arte de leer y escribir, es un libro que Rogelio Guedea tardó diez años en escribir, porque obviamente el proceso de escritura del texto implicaba la experiencia de la escritura y una amplia experiencia de la lectura. Es un libro el cual reflexiona sobre el placer de leer, la importancia también del oficio de escritor y la función y responsabilidad que tiene, pero también convoca a muchos escritores clásicos y contemporáneos que han escrito sobre la lectura. Es un libro que es como una guía en la cual no hay una verticalidad de Guedea, sino que escomo una reunión de grandes amigos escritores que convoca en este libro después de una investigación profusa sobre eso y poder cubrir los aspectos más importantes que tienen que ver con estas dos artes que, para nosotros los humanos, son fundamentales, porque siempre, queramos o no, estamos leyendo o escribiendo.
Es un libro fascinante
El factor principal en este libro es de que se encuentre en la lectura y la escritura un placer y que el lector, a partir de todas estas reflexiones, anécdotas de los escritores y suyas propias encuentre que la lectura y la escritura son dos ámbitos que nos debe traer la felicidad, y que si sabemos encontrar un buen libros-muchos de ellos Guedea los cita en su obra-los que él considera buenos libros y los que son considerados buenos libros por otros escritores. Este libro nos tiene que producir felicidad, que al final del día es lo que todos los seres humanos buscamos. Por lo tanto, el libro se puede convertir en un objeto que nos puede traer esta dicha este gozo que la vida cotidiana de pronto nos impide llegar a él.
Para mí es muy importante que este libro pueda traer un impacto en los lectores y pueda ocasionar este cambio en ellos, incluso para aquellos escritores que se desaniman de pronto sobre lo difícil que es la vocación de escritor.
Los anteojos del fabulista: una linterna para el escritor
En el libro los lectores pueden encontrar los testimonios de Guedea pero también los testimonios de otros escritores que hablan de lo que es, de manera profunda, esta pasión por la escritura. El texto aborda reflexiones personales y también reflexiones importantes de los clásicos que Guedea cita en su libro y todo lo que tiene que ver con la escritura. Es un trabajo de más de diez años, que en realidad es inacabable porque tuvo que cortar para publicar el libro y en algún momento tendrá que cortar las notas que sigue tomando para publicar una segunda parte o una parte ampliada de este libro.
En lo particular, me gustaría que Los anteojos del fabulista se tome como una linterna para el lector que apenas inicia, que quisiera conocer obras que son importantes para leer, que son buenas y también para el escritor que empieza no se desanime y que persista en esa vocación. En el texto encontrará muchas herramientas que dan otros escritores que les pueden ser útiles.
Un panorama a la literatura
Este libro, para quien escribe estas líneas, abre un panorama extenso a la literatura tanto como a los autores clásicos y contemporáneos, y aficionarse más en ella. A continuación citó una reflexión del libro.
Los autores cambian como el segundero de un reloj. Pasan de un estado sólido a un estado líquido, de un estado líquido a un estado gaseoso, y así hasta desaparecer. Pero tampoco debo ser tan pesimista. Quizá hoy más que nunca tenga ciertas certidumbres con respecto a nombres de autores y libros. Aunque antes leía desordenadamente y ahora también, hoy por lo menos lo hago con método. Además, leo lo que me place. ¿A qué autores re-visito entonces? (…) Por ejemplo: Diálogos de Platón, la Ética a Nicómaco de Aristóteles, Elegías de Propercio, Don Quijote de Cervantes, Aforismos de Lichteberg, Poesía y verdad de Goethe, Ensayos de Montaigne, Oráculo manual y arte de prudencia de Baltasar Gracián, Fábulas de Iriarte, Bartleby, el escribiente de Melville, Juan de Mairena de Antonio Machado, todo Nietszche, Shopenhauer y Canetti, los diarios de Kafka, Musil, Pepys, Amiel, Adolfo Bioy Casares y Julio Ramón Ribeyro, Cuadernos de Lanzarote de José Saramago, todo Guillermo Cabrera Infante, César Vallejo, Jaime Sabines, Juan Gelman, El hombre de Luxemburgo de Arnaldo Calveyra (…) En pocas palabras, un libro que no debe faltar en ninguna biblioteca.