Seguramente con la cuarentena muchos hemos ganado unos kilos de más y estaremos en la búsqueda de todas las opciones factibles por regresar a nuestra talla original luego de meses de distanciamiento social y poca actividad física.
Si bien muchos no regresarán al gimnasio todavía, si buscarán productos “light” o bajos en grasa para “reducir” su ingestión calórica diaria, sin embargo, lo que es verdaderamente relevante es evaluar si las porciones que ingieres son realmente las adecuadas.
Asociar “grasas reducidas” o “bajo en grasa” con menos calorías es una trampa fácil de creer, especialmente cuando se tiene un gusto por lo dulce. Si compraste la versión baja en grasa de tus papas fritas favoritas, lo lógico es que puedas comer una porción extra a lo permitido, ¿cierto?
Desafortunadamente, los alimentos etiquetados como “sin grasa”, “bajo en grasa” o “sin azúcar” no equivalen a no aportar calorías, y a menudo más bien contienen aditivos como sal, azúcar añadida y rellenos químicos que los hacen menos saludables.
De acuerdo con Kari Kooi, nutrióloga del Hospital Houston Methodist, los productos “bajos en grasa” a menudo contienen casi la misma cantidad de calorías por porción que las versiones con grasa. Además, los alimentos bajos en grasa tienen una imagen saludable y los estudios han demostrado que las personas tienden a comer el doble o más de estos alimentos debido a la mercadotecnia.”
Agregó que “es importante saber que los alimentos que contienen grasas no son realmente los malos del cuento, ya que las grasas juegan un papel importante en el proceso de sentirnos satisfechos después de comer, por lo tanto, ayudan a controlar el apetito y deben representar al menos el 30% de las calorías diarias.”
En lugar de buscar productos “bajo en grasa”, Kari Kooi sugiere concentrarse en comer grasas que sean más saludables.
“Se ha demostrado que las grasas monoinsaturadas que se encuentran en alimentos como las nueces, el aceite de oliva y los aguacates reducen el colesterol LDL (malo) y aumentan el colesterol HDL (bueno) en la sangre. Además, se ha demostrado que las grasas omega-3 en el pescado azul como el salmón, el arenque y las sardinas reducen el LDL.”
La experta en nutrición del Hospital Houston Methodist también recomienda evitar las grasas trans tanto como sea posible, ya que este tipo de grasa promueve la inflamación en el cuerpo. Cuando leas en la etiqueta que un producto contiene “aceite parcialmente hidrogenado” significa que tiene grasas trans y debes evitarlo ya que este tipo de grasa está asociado a diversos tipos de cáncer.
“La mejor manera de evitar ser engañados por las etiquetas bajas en grasa, y seguir aumentando de peso, es comprar alimentos frescos, sin conservadores y ricos en nutrimentos, que son aquellos que no vienen en un paquete y, por lo tanto, al no ser industrializados, no requieren etiquetado.”
Si bien muchos no regresarán al gimnasio todavía, si buscarán productos “light” o bajos en grasa para “reducir” su ingestión calórica diaria, sin embargo, lo que es verdaderamente relevante es evaluar si las porciones que ingieres son realmente las adecuadas.
Asociar “grasas reducidas” o “bajo en grasa” con menos calorías es una trampa fácil de creer, especialmente cuando se tiene un gusto por lo dulce. Si compraste la versión baja en grasa de tus papas fritas favoritas, lo lógico es que puedas comer una porción extra a lo permitido, ¿cierto?
Desafortunadamente, los alimentos etiquetados como “sin grasa”, “bajo en grasa” o “sin azúcar” no equivalen a no aportar calorías, y a menudo más bien contienen aditivos como sal, azúcar añadida y rellenos químicos que los hacen menos saludables.
De acuerdo con Kari Kooi, nutrióloga del Hospital Houston Methodist, los productos “bajos en grasa” a menudo contienen casi la misma cantidad de calorías por porción que las versiones con grasa. Además, los alimentos bajos en grasa tienen una imagen saludable y los estudios han demostrado que las personas tienden a comer el doble o más de estos alimentos debido a la mercadotecnia.”
Agregó que “es importante saber que los alimentos que contienen grasas no son realmente los malos del cuento, ya que las grasas juegan un papel importante en el proceso de sentirnos satisfechos después de comer, por lo tanto, ayudan a controlar el apetito y deben representar al menos el 30% de las calorías diarias.”
En lugar de buscar productos “bajo en grasa”, Kari Kooi sugiere concentrarse en comer grasas que sean más saludables.
“Se ha demostrado que las grasas monoinsaturadas que se encuentran en alimentos como las nueces, el aceite de oliva y los aguacates reducen el colesterol LDL (malo) y aumentan el colesterol HDL (bueno) en la sangre. Además, se ha demostrado que las grasas omega-3 en el pescado azul como el salmón, el arenque y las sardinas reducen el LDL.”
La experta en nutrición del Hospital Houston Methodist también recomienda evitar las grasas trans tanto como sea posible, ya que este tipo de grasa promueve la inflamación en el cuerpo. Cuando leas en la etiqueta que un producto contiene “aceite parcialmente hidrogenado” significa que tiene grasas trans y debes evitarlo ya que este tipo de grasa está asociado a diversos tipos de cáncer.
“La mejor manera de evitar ser engañados por las etiquetas bajas en grasa, y seguir aumentando de peso, es comprar alimentos frescos, sin conservadores y ricos en nutrimentos, que son aquellos que no vienen en un paquete y, por lo tanto, al no ser industrializados, no requieren etiquetado.”