*Psicodelia y hipiísmo ante la mirada del mundo entero
*1971 año de Peace & Love, motos, mota y amor libre
by Alberto Estevez Arreola
El 11 de septiembre de 1971 se consagró el rock mexicano con Avándaro Festival de Rock y Ruedas. Eran 24 bandas de la ciudad de México, Tijuana, Guadalajara, Tamaulipas, unidas en el rito de Amor y Paz, buscando lograr un Woodstock norteamericano a la mexicana. Y, la mayor parte de los temas eran en Inglés, un concurso de creatividad de la juventud mexicana antes lastimada por aquella matanza de 1968 que autorizó el ex Presidente Díaz Ordaz y el culpable oficialmente, para el pueblo fue el ex Presidente Luis Echeverría Alvarez, aunque un Juez lo exoneró en un acto incomprensible.
Avandaro Valle de Bravo anunciado como “Paraíso Pueblo de Amigos, va Contigo”. Y allí, llegaron -se dice- entre 300 mil a 500 mil almas, para ejercer –algunos el Amor Libre y la paz y el amor, siguiendo la línea del Festival de Woodstock Peace & Love,. Esto fue ante la vigilancia de los elementos del Ejército Mexicano, cuidando el orden y desde un helicóptero rondando el sitio, por cierto, recibido en bienvenida popular primero un saludo y luego una popular y muy mexicana mentada de madre a chiflido ensordecedor para que se fuera del lugar. Así estaba la grada vacilante, feliz y desmadroza, una concurrencia juvenil mexicana singular, inolvoidable.
Melenas por todos lados. Chicas guapas en pleno camino a la liberación, esperando las notas de las bandas mexicanas de rock. Un ritual completo de adrenalina por la música de rock, que bien organizaron Luis de Llano (Televisa) y Eduardo López Negrete y los promotores Armando Molina y Waldo Tena, quienes después serián llamados por las autoridades para explicar el “desmadre” que los medios malamente publicaron como una bacanal de festival de mota y rock.
La encuerada de Avándaro fue el mejor sello del Festival. Era una chica muy bella que bailaba con frenesí contagiando a miles de asistentes mostrando sin pudor sus beldades. No hubo violencia, hubo emociones y a pesar de que les quitaron la luz, en un lapso del concierto y la pesada lluvia, crearon un clima difícil. Pero, ahí estaba presente el espíritu del amor y la paz a través del rock, más fuerte que nunca. En esos momentos hubo desesperación pues solo se oía una batería y molestia pero pronto se compuso la Luz y regresó la calma y la fiesta.
Cientos de casas de campaña, rodeadas de anuncios de la Coca Cola, la cervecería Corona y otras marcas que se apuntaron para grandes ventas. El costo del boleto al festival fue de 25 pesos por melena. Don Jacobo Zabludovsky periodista que, una vez terminado el festival, hizo su defensa ante las acusaciones de distintos sectores de la sociedad fue el único Periodista que comprendió la dimensión de la fiesta musical juvenil mexicana surgida de sus y sus necesidades sociales expresadas en canciones muy significativas. El famoso publicista Joe Vera, fue creador del póster oficial.
La función de la psicodelia y la “Onda” estaban por iniciar. Así se edificaría la gran la proeza de los jóvenes mexicanos, de imitar a Woodstok, a su estilo. Fueron capaces de lograr un maravilloso e inolvidable festival con categoría de virtuoso en música y letras porque los temas en buen porcentaje eran originales. De eso se trataba el punto fino del Festival Avándaro 1971.
El ambiente ya estaba en pleno. Comenzaban expresiones como Rockopera Teatro, que hizo una presentación y un gurú de la Yoga igualmente invitando a espiritualizarse a los presentes con meditación y el buen pensamiento. También numerosos actos entre Arte y Cultura se dieron en el lugar.
Chiflidos por doquier y un gran ambiente. El lenguaje juvenil mexicano era basado en dos palabras: simón o nel (si o no) símbolo del mundo Peace & Love a la mexicana.
Avándaro al tope. No cabía un alma. Calculan que hubo entre 500 mil personas disfrutando, cantando y bailando, algunos “quemando mota”, citan las crónicas, pero eso fue mínimo según la historia real. Estaba ya por principiar el gran concierto que significaba la muestra de poder de la juventud mexicana al mundo. Los mexicanos se habían metido ya a “La Onda” norteamericana del Festival de Woodstok del 18 de agosto de 1969 realizado contra la desigual e inhumana guerra contra Vietnam, una matanza cruel, abusiva e innecesaria porque además los norteamericanos no ganaron jamás. La represión ocultada por el Gobierno Mexicano y la matanza del 68 a los estudiantes fueron en parte la bandera de Avándaro.
La música comenzó y sonaban las notas cantadas en inglés la mayor parte. Participaron Los Dug Dug's, El Epílogo, La División del Norte, Tequila, Peace and Love, El Ritual, Bandido, Los Yaki con Mayita Campos, Tinta Blanca, El Amor, Three Souls in my Mind, entre otros.
El festín fue inolvidable para los que pudieron llegar hasta Avándaro. Y es que era un delito juvenil para la policía, usar pelo largo y ya eras un “marihuano” sin serlo. Así de pe….dantes eran las autoridades. Y la Prensa castigó esta astucia adolescente de convivencia señalando que hubo motos y mota, pero en realidad fue un concurso de talento que se convirtió en la mejor época en creatividad del rock nacional, sin esas actuales dizque “fusiones” de rock, que son malas mescolanzas de rock con ritmos varios, sin ton ni son. Nada que ver con el verdadero Rock de grupos mexicanos actuales en un 90 por ciento.
Las pifias por parte de personajes del Gobierno Federal o cercanos a este, fueron desastrosas pues por ejemplo el “Líder” sindical Fidel Velázquez, catalogado como un simple títere del sistema político dijo, que Avándaro fue “Una bacanal ! ” y el Presidente del Senado, Enrique Olivares Santana, fiel a la ceguera hacia la sociedad mexicana y a este movimiento manifestó terminantemente en la prensa: “Que no haya más Avándaros en la República”.
Avándaro Valle de Bravo, te recuerdo como un hermoso sueño de adolescencia que jamás olvidaré y que quisieron hacerte una pesadilla sin lograrlo. Sentiré felicidad en cada ocasión que escuche aquellos temas creados para este festival, sobre todo “Peace and Love” que quedó en mis entrañas para siempre en el recuerdo de una juventud mexicana que buscó sentirse liberada entre pantalones acampanados, flores en el pelo y el símbolo de la paz y el amor que hoy más que nunca esperamos lograr, para nuestro México a partir de la música de Rock.