Hoy quiero hablarte de Pickle, un caniche toy de Black Mountain, Carolina del Norte, que vivía con la familia Merrill. Pickle pesaba poco más de dos kilos y era el mimado de la familia.
Era un día como otro cualquiera. La madre, Tiffany, y sus hijos estaban en el salón, pero el perrito comenzó a ladrar y arañar la puerta. Creyendo que quería salir a hacer sus necesidades, Tiffany fue a abrir.
Apenas abrió un poco, algo empujó la puerta con fuerza, y ¡un enorme oso apareció! El oso, venido de las montañas y tal vez con hambre y muy agresivo, entró en la casa. Gritando, Tiffany mandó a sus hijos esconderse en sus habitaciones, y ella se ocultó tras el sofá,a terrorizada.
Entonces oyó los ladridos, pequeños y agudos contra los gruñidos del oso. Pickle puede que estuviera asustado, pero era un pequeño valiente: atacó al oso, le pasó por debajo y salió fuera, ladrando para que lo siguiera.
El oso fue tras su pequeña presa, y allí, en el jardín, se enzarzaron en una pelea.
La enorme bestia acabó retirándose y volviendo a las montañas… y Pickle, el valiente caniche toy, yacía en el suelo, sangrando.
Pickle no sobrevivió al viaje al veterinario… pero con su vida salvó la de su familia. Eso es la lealtad de los perros, que no piensan en su tamaño ni en sus posibilidades: Pickle era un caniche de 2 kilos, y logró hacer huir a un oso salvaje.
Los perros no dejan de sorprenderme con su valor y su lealtad.
Marcos Mendoza
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