domingo, 31 de julio de 2022

Charlas de sobremesa...

Somos triunfadores

 

Cuando las cosas no salen como habíamos pensado, nos sentimos tristes o deprimidos, sin embargo, hay que recordar que, somos triunfadores, ya que triunfamos en la mencionada carrera de millones de espermatozoides y nosotros la ganamos. El Dr. Horacio Jaramillo Loya en su libro Manual para desesperados, escribe: “Uno de los errores que muchos de nosotros cometemos es pensar que nuestros fracasos y malos momentos son culpa de la vida injusta que nos impide tener el dinero de fulano, la belleza de zutana y los padrinos de mengano. Pero al reflexionar, sabemos que ésta no es la causa de nuestros estancamientos. Nos duele reconocerlo, pero nuestro bajo nivel de rendimiento vital en lo que hacemos no se debe a tener menos recursos que nuestro padre, el jefe o nuestro vecino. Es muy probable que en momentos difíciles no dé por pensar que si tuviéramos más recursos lograríamos ser triunfadores.”

 

Rete a su grandeza

   Una demostración extraordinaria de los poderes extranormales del nivel supraconsciente de la mente, lo podemos encontrar en el libro El poder mágico de la mente de Walter. Germain, en él encontramos el relato de un acontecimiento verídico que hace cerca de setenta años se publicó en una revista de mucha circulación: “… En ese momento un negro fornido apareció de la oscuridad. ¿Puedo ayudar? Preguntó. El alguacil Don Henry meneó la cabeza en signo negativo. Nadie podía ayudar cuando cuatro camiones y un demoledor no podían mover el coche. Para cuando llegaran las antorchas y los bomberos sería demasiado tarde. Con toda calma, el negro camino al coche y con sus manos ¡arrancó la puerta!

 

El hombre estaba enfurecido

   Atónitos, los espectadores Observaban cómo el negro llegó al coche y arrancó el hule ardiendo del suelo. Entonces aplacó las llamas en torno a las piernas de Gaby, con sus puras manos. ‘Fue más o menos en este punto-dijo uno de los testigos oculares-, que vi el rostro del gigantón. Al principio pensé que estaba hipnotizado. Entonces reconocí la expresión fija de ira fría y calculadora. Yo antes había visto lo mismo: en Pearl Harbor y Okinawa. Recuerdo que pensé: Este tipo no está calmado está enfurecido. Era que odiaba al fuego.’

 

La víctima estaba atrapada, como una sardina

   “Rápidamente, tal como si lo hubiera ensayado, el negro continuó en su tarea, metiendo los largos brazos al coche. Enderezó el volante como si fuera de hojalata. Con la mano izquierda en el freno y la derecha en un pedal, por poco y arranca el fondo para liberar las piernas de Gaby. Pero la tarea crucial quedaba todavía por hacerse. La víctima estaba atrapada, como una sardina aplastada entre una hoguera. Pacientemente, luego con aferramiento, el gran hombre forcejeaba para meterse al lado de Gaby. Había poco espacio. Retrocediendo, se detuvo brevemente. Las llamas crecían. Él las miraba iracundo. Entonces, agachándose y poniéndose en cuclillas, comenzó a forcejear para meterse, batallando como loco. Entonces comenzó a levantarse paulatinamente. Los músculos se ensanchaban en la media luz y las mangas de la camisa se desgarraban.

 

‘¡Dios mío!, gritó una mujer-, ¡quiere empujar el techo!’

 

Miraba iracundo a las llamas

   La vista de las llamas le enfurecía, pues de nuevo visualizaba una vida humana que se consumía, que se arruinaba. La furia salvaje de este hombre fue el “gatillo” emocional que liberó una manera de fuerza extranormal, latente en el nivel supraconsciente de la mente de cada ser humano. Hay centenares de ejemplos que podrían citarse como evidencias adicionales de que usted, como todos los seres humanos, posee poderes y sabiduría muchos mayores a los que acostumbra aprovechar.

 

 El misterioso Sansón desapareció

“Con el cuello y los hombros contra el techo sumido del coche, él empujaba con toda resolución. “De verdad escuchamos cuando el metal cedió-afirmó un granjero que llegó a la escena. Cuando más tarde se discutía el rescate, el alguacil Henry meneó la cabeza desconcertadamente y dijo: ‘Sostuvo el techo mientras sacábamos a Gaby’. En el alboroto de atender a Gaby, nadie pensó en agradecer al negro ni en pedirle su nombre. Más, después, en el hospital con Gaby, el alguacil Henry dijo a los reporteros: ‘El misterioso Sansón desapareció tan calladamente como llegó. De no haberlo visto con mis propios ojos, jamás hubiera creído que un hombre fuera capaz de hacer el trabajo imposible para nosotros con tres camiones y un demoledor.’

 

El odio al fuego

   Cuando este “misterioso Sansón fue localizado, relató al reportero del periódico local una historia interesante y significativa. Afirmó ver a su pequeña niña achicharrada cuando un incendio repentino destruyó la casa. “Con el cuadro todavía en la mente-dijo-no era posible quedar inútilmente de espectador, viendo morir a otro ser humano entre las llamas”. La idea de un ser humano ardiendo en el camión, le llenó de tanta furia que se sintió impelido a hacer algo. ¿De dónde sacó las fuerzas sobrehumanas para lograr tan extraordinaria hazaña de fuerza? Dijo a los periodistas que no lo sabía: “a no ser que Dios me las dio.”

 

Ponga en movimiento sus poderes ocultos

¡Tenía razón! Dios le había dado las fuerzas. Pero de ninguna manera se trataba de un “milagro sobrenatural”. Dios ha concedido a todos el mismo poder. Esto ha sido el resultado de un proceso de evolución. Usted tiene ese poder si posee la voluntad para usarlo. No necesita de otra cosa más que el deseo de poner ese poder- y los grandes poderes mayores que posee-en acción. A menudo es más fácil que algún acontecimiento exterior “oprima el gatillo” de la maquinaria que pondrá en movimiento sus poderes ocultos En este caso, evidentemente, fue el odio al fuego-que le había arrebatado a su hijita.

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