Primera parte
Por Héctor Medina Varalta
En el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de esta ciudad, el doctor Pablo Krouham y el doctor Alexander Krouhmam presentaron el libro Medicina Funcional. La revolución en el tratamiento médico. Nuestro entrevistado, Pablo Krouhmam reveló que, el movimiento de Medicina Funcional empezó en los Estados Unidos hace aproximadamente 25 años. El movimiento empezó con un grupo de fisiólogos, bioquímicos, internistas, entre otros especialistas. En aquel entonces, Hillary Clinton, la primera dama de los Estados Unidos trató de introducir una legislación para hacer cambios en el sistema de salud, cosa que finalmente no ocurrió, pero de facto las cosas si cambiaron, ya que se creó la medicina administrada. En ese sentido los médicos se volvieron trabajadores asalariados para las compañías, que eran las proveedoras de los servicios de salud y los pacientes comenzaron a ingresar como si fueran compañías aseguradoras a un modelo o régimen en el cual tenía un énfasis empresarial y control de costos esencialmente. A partir de todo esto, cambió realmente la calidad de atención médica y el énfasis, mucho más en el control de costos que en la calidad de la atención. Además se descubrió que había muchos vicios de mano. Por lo tanto, hace aproximadamente 25 años, un grupo de médicos se dio a la tarea de diseñar este modelo de atención. Realmente se pusieron a hacer un análisis de investigar qué era lo que estaba sucediendo y cómo estaba funcionando y cómo mejor podrían en un momento dado atender las necesidades de los pacientes.
Paciente=aliado
A la par de la Medicina Funcional, porque no es lo único, ha habido un cuestionamiento muy importante, particularmente desde la década de los 90, en que diferentes pensadores han hecho también un análisis y se han cuestionado acerca de dónde se dirige la medicina moderna, hacia dónde van, hacia dónde deben de transitar. Lo que realmente ha hecho la Medicina Funcional, es tomar de todas estas corrientes médicas lo mejor y, por supuesto, con su filosofía, hacer una metodología, es decir, es como trazar un mapa o ruta y decir: “el proceso de atención se debe de hacer de esta forma. Y de esta manera, tener una mayor capacidad de análisis y mejorar no nada más la atención, sino finalmente los resultados tanto para el paciente como para el médico, porque muchos de ellos ya estaban en una situación de frustración absoluta y de desencanto con la medicina y, a partir de este modelo, han recuperado literalmente la pasión por la medicina y por el sentido de la vocación, que en algún momento les llevó a este camino”. Por otra parte, en la Medicina Funcional al enfermo le siguen llamando paciente, sin embargo, en el consultorio del doctor Krouham le llaman aliado, porque trabajan juntos en un objetivo común y que no es labor de una de las dos partes, ya que si ninguna de las dos partes no hacen lo que les corresponde no van a lograr lo que quieren.
Psiquiatría funcional
Esto engloba mucho mejor lo que buscan, pues la persona tiene que hacer partícipe de una transformación de vida. Eso es la “Medicina Funcional”. La “Medicina Funcional” no es recibir un medicamento o un suplemento en lugar del medicamento. Literalmente, es transformar una vida para recuperar la salud y recuperar el bienestar; porque bienestar no sólo es ausencia de enfermedad, es mucho más que eso, es decir, la definición convencional de salud, que así nos lo han vendido: es ausencia de enfermedad. Eso es incorrecto. Realmente, salud implica vivir al máximo de nuestras capacidades, no tener ninguna limitación y alcanzar este bienestar, pero en los aspectos físico, mental y emocional, es decir, tener el máximo potencial para vivir plenamente. Por otro lado, así como hablamos de “Medicina Funcional” también existe la psiquiatría funcional, que es parte de todo esto. Al respecto, hay un especialista en psiquiatría de la Universidad George Washington, el doctor Robert Celaya, es especialista en neurofarmacología, esto quiere decir: medicamentos específicos para tratamientos de enfermedades del sistema nervioso, sin embargo, ha abandonado esta ruta para ejercer la “Medicina Funcional” o “Psiquiatría funcional”, que consiste, más allá de la medicina tradicional. Por supuesto, esto nadie lo discute: hacer una verdadera comunicación, de entablar una estrecha relación con el aliado o paciente para entender sus circunstancias de vida y cuáles fueron los factores, que de alguna manera, desencadenaron todas esas alteraciones emocionales.
Los medicamentos no curan, sólo controlan
La idea aquí, es que, existen de fondo unas series de alteraciones en el contexto de la “Psiquiatría Funcional”, que nosotros tenemos que armar como si fuera un rompecabezas y entender que, en muchas ocasiones, muchos de los problemas psiquiátricos se perpetúan o continúan a lo largo del tiempo, porque hay una serie de deficiencias y ahí el doctor Celaya habla, por ejemplo, de la importancia de corregir el sistema digestivo y la flora intestinal, suplir nutrientes que al organismo le hace falta, ciertas vitaminas, omegas, equilibrios entre ciertos minerales como el zinc o el cobre, y cómo, en un momento dado podemos recurrir a un control de estrés, manejo del sueño, etcétera, etcétera. Esa es la visión integral donde no estamos pretendiendo que un medicamento funcione mágicamente y que resuelva todos los problemas de salud, porque aún si estos medicamentos no tengan efectos negativos, vamos a ser honestos, ¿con qué frecuencia curan estas enfermedades? La respuesta, en la mayor parte de las veces, no las cura, en el mejor de los escenarios, controlaron muy bien la situación, más no necesariamente está curando, y además, pueden tener una cantidad importante de efectos negativos. Además, todos tenemos una variedad de genes y nacemos con ellos. Es parte de la información con la que llegamos al mundo, pero no necesariamente se van a expresar. Algunos de estos genes nos predisponen a ciertas enfermedades; en el caso del cáncer, es muy frecuente que contemos con oncogenes y son parte de nuestro sistema. Podemos tener genes para enfermedades como el Alzheimer, diabetes, enfermedades cardiacas, entre otras. El tema fundamental, es que estos genes se activan o no se activan.
Resistencia a los antibióticos
Esto depende fundamentalmente de dos cosas: cómo vivimos y el entorno en el que nos desenvolvemos. El tema de cómo vivimos, es nuestro estilo de vida, porque a partir de nuestra alimentación, el ejercicio, sueño, control de estrés y relaciones humanas, podemos, en un momento dado, hacerle daño a nuestro organismo o el favorecer cómo funcionamos. Esto tiene un impacto en nuestros genes, en si se van a activar o no se van activar ciertos genes. Lo mismo sucede con el medio ambiente, es decir, si estamos sometidos a ciertos tóxicos, estos también ejercen un efecto para activar o no estos genes. Por lo tanto, aquel concepto que teníamos que había un determinismo genético, ya no existe, gracias a la epigenética, que quiere decir: “por arriba de la genética.” Todo esto, es un tema relativamente muy reciente, pero debemos que tener consciencia que, no es solamente la presencia del gen, sino el gen en el medio en que se encuentra, por decirlo de alguna manera. En cuanto a la resistencia a los antibióticos, es un problema que vivimos en la actualidad, hasta hace 25 o 30 años teníamos la tuberculosis para fines prácticos controlada; la ciencia médica o el sistema médico sabían qué hacer con dicha enfermedad y no representaba mayor problema, sin embargo, que sucedió con la epidemia de SIDA, que empezó a principios de los 80, empezaron a crear una serie de súper infección donde se tuvieron que utilizar una cantidad enorme de medicamentos, y a partir de esto, se generaron estas resistencias, y hoy vemos organismos de tuberculosis, por citar un ejemplo, que ya no responden a ninguno de los antibióticos con los que antes se les trataba.
Los antibióticos afectan directamente al microbioma
En 1928, cuando empieza la historia de los antibióticos con Alexander Fleming, al principio no había más que penicilina y después aparecieron las sulfas, no había más. Y con eso, se trataba todo. En la actualidad, se puede ver en la lista de antibióticos con la que contamos, que es enorme y siguen surgiendo cada vez más y más. Esto tiene que ver con un curso inapropiado y con esa resistencia. Eso no es discutible, pero lo que quiero llegar, es a lo siguiente: el tema de los antibióticos es más profundo que la simple resistencia a ellos; el empleo de los antibióticos afecta directamente al microbioma, que es la flora intestinal, y tenemos que entender que el intestino no solamente es responsable de la absorción de nutrientes y la eliminación de desechos. El intestino juega muchas otras funciones fundamentales para el organismo, por ejemplo, el intestino es el órgano que concentra la mayor actividad del sistema inmune de todo el organismo, es decir, más del 70 por ciento de todos los anticuerpos que tiene el organismo está en el intestino. Asimismo, el intestino juega un papel muy fundamental en los procesos de eliminación de toxinas, por ejemplo, para que nosotros podamos hacer esos tóxicos a los que estamos expuestos, estamos hablando de todo tipo de tóxicos, hay un papel crítico que juega en el hígado y en el intestino en todo esto, incluso, un desequilibrio en la flora intestinal, tiene un impacto en si podemos eliminar esos tóxicos del organismo.
Los neurotransmisores funcionan a nivel cerebral, pero se fabrican en el intestino
Otro dato muy importante, muchos de los transmisores de las sustancias químicas que actúan a nivel cerebral, por ejemplo, los elementos que comunican una célula nerviosa con otra, a pesar de que actúan en el cerebro, se fabrican en el intestino. Un ejemplo, es el neurotransmisor más relajante y más abundante que tenemos, es la serotonina. Más del 90 por ciento de la serotonina que tenemos y funciona a nivel cerebral, se fabrica en el intestino. Por lo tanto, no solamente la resistencia a los antibióticos; el organismo tiene su propia capacidad de sanación. Lo que nosotros tenemos que hacer es crear las condiciones correctas para volver otra vez a recuperar esos equilibrios: si nosotros le damos al organismo lo que le hace falta y le quitamos lo que le hace daño, permitimos recuperar el equilibrio y con ello el funcionamiento óptimo del organismo. Todos estos medicamentos y no digo que no se utilicen; se utilizarán cuando sea absolutamente necesario, podría ser un antibiótico, un medicamento para diabetes, un antihipertensivo, incluso un antidepresivo, pero únicamente cuando es estrictamente necesario utilizarlos. No con abuso y siempre tomando en cuenta de que el medicamento por sí mismo no es la solución, es decir, hay que modificar toda una serie de cosas para recuperar ese equilibrio en nuestro organismo y nos ayudamos en cierto modo y en un área por el medicamento. Así es como funciona la Medicina Funcional.
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