Deben plantearse alternativas para superar el desempleo y el estancamiento económico. Que los trabajadores reconozcan la importancia de capacitarse para enfrentar las condiciones de incertidumbre es esencial para lograrlo
La emergencia sanitaria por la que transita México ha hecho que el interés público se concentre en atender la crisis de salud y la reactivación de los centros de trabajo, colocando temporalmente en segundo plano otros escenarios que construyen o destruyen futuros, como es el caso de los jóvenes y su participación en la economía del país.
El gran confinamiento, como lo denominó el Fondo Monetario Internacional (FMI), ha provocado un estancamiento económico a nivel global, mismo que ha traído como consecuencia una fuerte reducción en el intercambio de bienes y servicios, así como un descenso sin precedente de los precios del petróleo y otras materias primas.
Durante abril, la calificadora Moody's pronosticó una reducción en el crecimiento económico de México del 7% para el cierre del 2020, así como pocas expectativas de crecimiento para el año siguiente, situaciones que, en conjunto, evidencian la necesidad de dirigir los esfuerzos hacia el objetivo de contrarrestar la caída económica en el corto y mediano plazo, señaló la Mtra. Lorena Santana Serrano, Docente del Colegio de Administración y Negocios de CETYS Universidad.
Es necesario hablar del contexto de desempleo que se vive actualmente, consideró, pues de acuerdo con datos del observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), durante la pandemia ha disminuido el total de horas trabajadas un 4.5%, lo cual equivale a la pérdida de 130 millones de empleos de tiempo completo en el mundo, y que pudiera alcanzar hasta el 10.5%, con la caída de 305 millones de empleos de tiempo completo a nivel global, hacia el final del 2020.
A nivel nacional, la OIT pronosticó en enero pasado la existencia de aproximadamente 172,000 mexicanos desempleados, lo que representa una tasa de desocupación del 3.7 % para el 2020 y de 4.1% para el 2021.
“Sin embargo, la realidad superó al pronóstico, ya que la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID en el Bienestar de los Hogares Mexicanos, implementada por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) arrojó que para la primera quincena de abril 2020, la tasa de desocupación fue de 10.8% en población de 18 años o más, lo que equivale a entre 5.2 y 8.1 millones de personas sin empleo; cifra significativamente mayor a la tasa de desempleo observada en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que registró un 3.3% y a las estimaciones de la OIT”.
Entorno laboral de los jóvenes en México
En México viven más de 30 millones 600 mil mexicanos menores de 29 años, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Tan sólo dentro de ese grupo, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), registró una caída anual en el empleo de 6.8%, que corresponde a la pérdida de 375 mil 714 plazas, de los 685 mil 840 despidos netos registrados ante la institución en los meses de marzo y abril del 2020.
Durante el período de crisis es importante que las instituciones y organismos responsables de llevar a cabo las gestiones correspondientes se planteen cómo mejorar el entorno laboral de los jóvenes durante y después de la pandemia, qué tipo de trabajos prevalecen en el regreso gradual a la normalidad, en qué condiciones se encuentran los lugares de trabajo, cuántos de estos están dispuestos a contratar a jóvenes con poca experiencia, y cuáles de las ofertas de trabajo contemplan ofrecerles seguridad social.
“Aunque parezca contradictorio, esta crisis también representa oportunidades para el desarrollo profesional y personal”, consideró la docente, quien propuso que aprender, innovar, emprender y resistir, son las cuatro alternativas que ayudarán a los jóvenes a repeler el desempleo y la obsolescencia laboral.
Explicó que, “para hacer frente a esta situación será necesario entrenarse para desarrollar resiliencia como competencia para el trabajo, así como para adaptarse mejor y más rápido a los cambios del contexto”. Es necesario, además, que los trabajadores reconozcan la importancia de capacitarse para enfrentar estas y otras condiciones de incertidumbre.
“Conviene asumir de manera solidaria la incorporación de los jóvenes a la vida laboral, para la cual los lugares de trabajo tienen la obligación de rediseñar sus espacios, y así ofrecer vacantes más atractivas y entornos de trabajo menos agresivos y más contextualizados. Sólo en este rediseño podrán incorporarse todas las voces, y ese será el momento en que el mosaico generacional hará la diferencia” concluyó la académica.
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