Por Héctor Medina
Varalta
Leer
es un hábito hermoso y satisfactorio, en cada libro encontramos mayor
conocimiento. No obstante, en ocasiones hay que tener un poco de buen juicio
para encontrar si el libro que estamos leyendo tiene bases científicas,
religiosas, políticas o del tema que se esté tratando. En esta ocasión, tocaré
un libro que desde su aparición hasta la fecha ha dejado jugosas ganancias
tanto a la editorial como al autor, me refiero a Vida después de la vida. La primera investigación de testimonios reales
sobre <<Experiencias Cercanas a la muerte>> (ECM), escrita por
el médico Raymond A. Moody JR. Tan sólo se han vendido más de un millón de
ejemplares en español. Este libro se publicó en 1975, el prólogo a la Primera
Edición Inglesa lo escribió la famosa tanatóloga Elisabeth Kübler-Ross, esto no
quiere decir que en este fraude literario ella esté inmiscuida. Lo que pudo
suceder, es que, como Kübler-Ross, era una apasionante investigadora acerca de
este tema, al leer el libro de Moody creyó todo lo que el psiquiatra
supuestamente investigó.
Elisabeth
Kübler-Ross realizó sus estudios de medicina con la esperanza de poder viajar a
la India como misionera laica, tal y como había hecho Albert Schweitzer yendo a
África. No obstante, la vida o el destino la llevó a Nueva York, dónde empezó a
trabajar con enfermos mentales, a pesar de tener pocos conocimientos teóricos
de la rama de psiquiatría. A base de escucharlos y de convivir amorosamente con
ellos, al cabo de cuatro años la mayoría había vuelto ya a emprender una vida independiente,
aceptando sus responsabilidades. Poco después, se dio a la tarea de acompañar a
los enfermos terminales, muy en especial a ancianos y niños pequeños. Siguiendo
el mismo proceso, de escuchar y estar muy receptiva a lo que estas personas
querían comunicarle, empezó, pues, a elaborar un esquema de las fases por las
que pasa una persona que se enfrenta a la muerte, así como a la pérdida de un
ser querido: dolor, rechazo a la situación, enfado, negociación, aceptación, reconciliación
con el proceso. Estos trabajos le valieron el reconocimiento internacional en
el incipiente campo de estudio de la tanatología: el proceso de morir.
Vida después de la
vida ha vendido casi diez millones
Con
el paso del tiempo, Kübler-Ross tuvo algunas experiencias extra corporales y transcendentes
que confirmaron lo que le habían dicho muchos de sus pacientes, acerca de seres
y visiones que acontecían justo antes del momento de la muerte, eran algo
verídico que cabía tener en consideración, como uno de las etapas de mayor
importancia en este proceso. Esa es una de las posibles razones por las que
escribió el prólogo: creyó que Raymond A. Moody era sincero en su aparente
trabajo de investigación. Por otra parte, uno de los detractores del psiquiatra
estadounidense, el escritor y periodista español Pepe Rodríguez, en su libro Morir es nada, desenmascara a Moody; en
el capítulo Raymond Moody: >>Reniego de mi libro Vida después de
la vida y lo declaro nulo y vacío>> del libro mencionado, expone: “Si
algún autor es conocido en todo el mundo por sus textos sobre la presunta
supervivencia a la muerte éste es
Raymond Moody Jr. De su primer libro, Life after life (Vida después de la vida), se han vendido casi diez
millones-Rodríguez publicó el libro en
2002-de ejemplares desde su publicación en 1975; sus obras posteriores tuvieron
menos repercusión, pero se convirtieron igualmente en éxitos comerciales”.
Raymond Moody se
retracta
Más
adelante Pepe Rodríguez relata que Moody no esperaba tanto éxito y ganó adeptos
en diferentes países, que abandonó su carrera universitaria para convertirse en
un profeta de Vida después de la vida. “Pasaron los años-prosigue Rodríguez-,
disminuyeron las ventas, los ingresos y el protagonismo, y Raymond Moody se
descubrió solo abandonado y criticado casi por todos, sin el menor prestigio y
condenado a ser la marioneta del gran supermercado esotérico y new age que le hizo rico. No era su
mejor momento y, con veintidós años de retraso, dio un paso bien curioso para
intentar recuperar algún prestigio y recuperar algún prestigio y nivelar su
cuenta corriente. La vía para acercarse a sus propósitos fue un nuevo libro
titulado, The Last Laught (La última risa o Quien ríe al último…), que tuvo que editarse él mismo. The Last
Laught, según Moody, es un texto compuesto por los descartes de aquello que
escribió en sus otros libros y que según sus editores no le quisieron publicar.
En una entrevista publicada por su amigo Francisco López-Seivane en la revista
española Más Allá (Moody escribió el artículo: No hay evidencia
científica de que exista vida después de la vida), con la ocasión de la edición
de ese libro en Estados Unidos, Raymond Moody se despachó a gusto con sus
antiguos editores, pero haciéndolo se puso también así mismo en la picota.
Dizque los editores
metieron mano al libro
Para
justificar la autoedición de su libro The
Last Laugh, Moody explicó: “La verdad es que, en su insaciable búsqueda de
beneficios, los editores persiguen siempre obsesivamente el sensacionalismo.
Durante veinte años mis libros, víctimas de esa obsesión, han sido tan
manipulados y tergiversados, que, muchas veces, ni siquiera me reconozco en
ellos. Por eso me he visto obligado a sacar a la luz pública todos los
pensamientos que los editores comerciales han recortado a mis libros, sin
importarles que con ello deformaban su mensaje y mancillaban mi imagen.
<<Ha Habido portadas en las que podía leerse con sonrojante falsedad:
“¡Pruebas científicas de que existe vida después de la vida!” Esto ha sido una
fuente constante de disgustos para mí. Semejante sensacionalismo tal vez ayude
a vender, pero arruina la credibilidad de su autor. Y mientras las editoriales
se llenaban los bolsillos con las ventas, yo tenía que contestar a los críticos
que me hacían las mismas objeciones que ya había anticipado y resuelto en los
párrafos que los editores habían descartado. Todo eso se ha acabado. Con este
nuevo libro espero restablecer mi identidad.
Eso sí, para que lo
comprendan, tienen que comprar su último libro
En
la entrevista publicada en la revista Más
Allá, se le pregunta a Raymond Moody: >> ¿Reniega, entonces, de su
mayor éxito, Vida después de la vida?>>,
y éste responde: >>Completamente. Lo declaro nulo y vacío y pido a todo
el mundo que no compren nunca más un solo ejemplar, a menos que lean antes, de
principio a fin, The Last Laugh. En
el futuro, únicamente responsabilidad por lo escrito en Vida después de la
vida, si se lee y se interpreta en el más amplio contexto que proporciona este
nuevo e imprescindible suplemento. >>
Sin querer, al
escribir el prólogo de Vida después de la
vida, Elisabeth Kübler-Ross fue víctima del fraude literario. Esto también
le sucedió a Harold Sherman, un investigador sincero y pionero del mimo tema,
al entrar en contacto con el estudio de El
Libro de Urantia (un libro supuestamente divino), otro de los fraudes literarios,
que en otro capítulo comentaremos. Sherman fue autor del libro La vida después de la muerte, escrito en la década de los años 40 del siglo pasado y traducido al español en 1977. Para concluir cito una frase de Pepe Rodríguez,
también autor de El poder de las sectas: No
se preocupe, en algún lugar hay una secta que tiene la respuesta absoluta, y
hasta probable que científica, a estas dudas. No hace falta salir a su
encuentro, ella ya le está buscando a usted.
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